La iluminación es suave y hay un murmullo constante. Las charlas brotan junto al vapor del café recién servido. Se mezcla el inconfundible sabor de las masas. En la confitería la Estrella se escribe, desde hace 73 años, una de las páginas de la historia de Concepción. ¿Cómo hizo este bar para trascender las modas y continuar siendo un buen lugar para encontrarse con amigos, con la familia o con uno mismo?

“Identidad, buena cocina y buena atención. Lo más importante es la parte humana”. Esas son las claves de “La Estrella”, según Abel “Nene” Iturbe. Nació justo en el mismo año en que su padre, Raúl Osvaldo Iturbe, abrió un pequeño negocio de mercaderías en San Martín 1.230. En 1960 la familia compró otro inmueble. El comercio se transformó en confitería y comenzó a funcionar en el edificio que ocupa hoy frente a plaza Mitre, por calle Nasif Estéfano.

“Se llama Estrella porque esta era la esperanza de mi padre; decía que siempre nos iba a acompañar. Y así fue. Tuvimos muchos altibajos, momentos en que sentíamos que íbamos a cerrar. Pero aquí estamos...”, expresa Iturbe.

El recuerdo
Las calles eran de piedras, las veredas estaban muy elevadas. Junto al cordón dejaban los caballos los vecinos del sur de la provincia. Había pulperías y otros negocios. “La gente no se iba hasta que llenaba la mesa con los envases de cervezas que se iba tomando. Entonces, se hizo conocido un refrán que decía: ‘para que la vida sea más bella hay que tomar vino en la estrella ”, rememora Iturbe.

Iturbe no se queda quieto. Muestra cada rincón del negocio, nos lleva a la cocina, nos da unas recetas para el buen café. Nos cuenta, de paso, que hace un tiempo tuvo un ACV y luego un infarto. “Ahora trato de disfrutar un poco más. La confitería es hermosa, pero te roba la vida, remarca.

Su papá era pastelero. El siguió el mismo camino. Y la Estrella se consolidó gracias a sus famosas masitas dulces, consideradas unas de las más exquisitas que se venden en la provincia. Luego fue ampliando los rubros. En los años 80 tuvo una disco, por ejemplo.

La confitería fue testigo del despegue comercial de Concepción. Por sus mesas y sillas pasaron y pasan políticos, artistas, abogados, comerciantes y generaciones enteras de familias concepcionenses.

Para estar vigentes, también hay que modernizarse, dice Benjamín Iturbe, uno de los hijos de “Nene” que ahora tomó la posta del negocio familiar. Hace 10 años, remodelaron totalmente La Estrella: cambiaron los pisos del negocio, habilitaron un sector con sillones para el que quiera estar más relajado y pusieron WI FI. Ahora, por ejemplo, ya están pensando en el mundial Brasil 2014, en qué televisores de última generación y otras tecnologías pueden incorporar.

“Muchas cosas han cambiado. Hay que atender las necesidades de todos los clientes: están los que siguen buscando el diario todos los días y los que vienen a trabajar con sus computadoras y celulares”, resalta. Aunque reconoce que, tal vez, la charla sea el mayor valor que ostenta este negocio familiar que lleva tres generaciones.

En más de 70 años, La Estrella acumula muchas historias. Tiene parroquianos que pasan todos los días a tomar un café antes de volver a sus casas. Si están solos, saben que ahí pueden encontrar compañía. Las puertas de vidrio que se abren tímidamente y dejan entrever una vitrina con masas siempre son una invitación.